18 de noviembre de 2010

Historias del cielo y la tierra

Y, como siempre, él sólo observaba, desde la distancia, sin decir nada. Ella no sabía nada. Él no decía nada. Ella sabía que él existía pero no sabía quién era. Él sabía que ella existía y quería saber quién era.

No estaba enamorado, no, pero cada vez que la veía, sentía un cosquilleo extraño. Quería conocerla, poder hablarle, decir lo guapa que es... Quería que ella supiese lo que pensó la primera vez que la vio. Cuando vio sus ojos, cuando vio su sonrisa, cuando quiso saber cómo sonaba su voz.

Sus nombres estaban más relacionados de lo que ella pudiese pensar. Sus nombres formaban parte del mismo mundo. Esos nombres que son y no son. Esos nombres que nunca se oirán decir uno al otro.

Eran como el cielo y la tierra. Se ven pero no se tocan. Él, la tierra, mirando al cielo, ella, el cielo, mirando a las estrellas. Él nunca podrá acercarse a ella, tocarla, verla. Ella nunca se parará a pensar en él.

Así es como es. Inalcanzable como el cielo. Azul, lejano, único. Su pensamiento vuela, él no...

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