ENDirecta

Una de las mejores maneras de saber ciertas cosas es tener un espía. Las ventajas de un espía es que puede averiguar cosas que tú no puedes, el inconveniente de un espía es que para que descubra ciertas cosas tienes que contarle qué quieres saber.

Hoy he estado pensando, y me he dado cuenta de muchas cosas. No necesito un espía. Descubrí que la respuesta a todas las preguntas la tenía yo. Estaba tan cerca que no pude verla. La respuesta estaba en mis recuerdos. Un conjunto de palabras que todas unidas creaban esa pieza que faltaba para resolver mis dudas. Esas palabras eran la clave para saber que debo hacer.

Lo que debo hacer es no hacer nada. Hubiese sido un error haberlo hecho. Por una vez creo que me alegro de no atreverme a arriesgar. Si lo hubiese hecho me habría arrepentido. Habría cometido un error. No es que me guste la respuesta, pero es la que hay, y supongo que tendré que aceptarla.

Dicen que si quieres decir o hacer algo, debes hacerlo, porque puede que después sea demasiado tarde. Lleva siendo demasiado tarde desde hace mucho tiempo. Creo que esperaba un “milagro”, algo que hiciese que una parte del tiempo quedase anulada para que volviese a ser pronto. Es demasiado pronto para ser tarde... Pero qué puedo hacer yo. No soy nada puntual...

Supongo que aquí termina esta historia que nunca empezó y terminó hace mucho. Se fue la chica de las nubes, y yo sigo esperando a que llegue el verano.

[Y así, una noche, el gato se enamoró de la gata, pero como era negro ella no lo vio]