27 de diciembre de 2010

Todo o nada

Y así son las cosas. Un día cualquiera, sin saber por qué, sucede. Sin buscarlo. Simplemente sucede. Lo mejor, o lo peor, quién sabe, es que no ha sido planeado. Simplemente sucede. ¿Y qué hago ahora? ¿Nada? ¿Qué puedo hacer yo, que lo planeo todo, con algo que no he planeado? ¿Improvisar? No. Eso sería demasiado precipitado... ¿no?

¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué llevo un mes pensando en... lo mismo? ¿Qué ha pasado? No lo sé. ¿Cómo lo voy a saber? Esto ni me lo esperaba. Lo único que sé es que llevo un mes sintiéndome de esta manera tan extraña... Un sentimiento agradable y desagradable al mismo tiempo. Esto es... una locura.

¿Pero por qué? ¿Qué ha podido desencadenar todo esto? No lo sé, esto no tiene sentido. Si yo no he hecho nada para que esto pasase. Nadie ha hecho nada para que esto pasase. Sin embargo, ha pasado, y no lo entiendo. Es... es... ¿imposible?

Claro que es imposible. Imposible al 100%. Imposible que esto pase de aquí, imposible que esto tenga sentido, imposible... todo es imposible. Dicen que en todas las decisiones el “no” ya lo tienes, que hay que ir a por el “sí”. Pero no es lo mismo pensar en la posibilidad de estar enfermo a ir al médico y que te lo digan. A veces, aun sabiendo que el “no” es una posibilidad, no quieres escucharlo. Parece una tontería, pero no lo es.

Sabes que puede ser “no” o puede ser “sí”, pero el simple hecho de que haya la posibilidad del “no”, te hecha atrás. Y sí, hay posibilidades de que haya un “sí”, pero, ¿cuántas? ¿Las mismas que de “no”? No, menos. Siempre son menos. El “no” siempre gana. Dicen que el que no arriesga no gana. Pero tampoco pierde. Y quién tiene poco, no se puede permitir perder lo poco que tiene. Sería un “doble o nada” y nada es muy poco en caso de perder...

Tienes una moneda, pero quieres tener dos. Si juegas, puedes conservar la moneda y ganar la otra, pero también puedes perder ambas monedas. Si pierdo la que no tengo por no jugar, sí, me fastidia, pero como nunca la he tenido, no la echaré de menos, pero si juego y pierdo la que tengo... No. No puedo arriesgar... ¿no?

No sé qué hacer. Sé que no hacer. No hacer nada. Pero nada... nada es nada y yo no quiero nada, quiero algo, algo que es nada porque nada es lo que hay... Y si no hago nada, me quedo sin nada, pero tendré algo, pero si hago algo, perderé el algo que tengo y me quedaré sin nada...

O no.

O sí.

O no lo sé...

Odio no saber las cosas. Saberlo todo lo hace todo más fácil... y más aburrido, pero más fácil. En este caso sí estaría bien saberlo todo. Y sin embargo no sé nada.

2 comentarios:

  1. Las cosas se hacen o no se hacen, no puedes dejar nada a mitad, ya lo sabes. La ambigüedad y la indecisión no gustan, así que si vas o no vas a hacer algo respecto a lo que sea a lo que va referido esta entrada, decídete ya. Y dejate ya de planear porque la estrategia no te lleva a ninguna parte y se convertirá en lo que te condene a la larga.

    Te lo aconseja alguien racional que sabe como funcionan las personas.

    ResponderEliminar
  2. Si sé que tienes razón... Pero para mi, actuar es muy difícil aun que quiera hacerlo :S

    ResponderEliminar