1 de enero de 2011

201011

Mi número favorito es el 10, por eso me dije que el 2010 sería mi año, y el 10 del 10 del 10 un día especial.

Empecé el año planeando cosas nuevas, con la meta de hacer cosas que no había hecho antes, intentando cambiar ciertas cosas, como por ejemplo, mi defecto de no ser impulsivo y planear cada paso y ser inseguro y preocuparme demasiado por lo que piensen los demás.

Empecé el año rodeado de amigos, con buen tiempo, y sin sueño, a pesar de no haber dormido nada. Conocí gente nueva.

Empecé el año intentando olvidar algo, a alguien. Era difícil porque estaba anclada a mi cabeza. Pero las palabras y el ánimo de algunas personas hicieron que finalmente lo lograse hasta que ese sentimiento desapareció por fin. Se puede decir que ese fue uno de mis grandes logros del 2010. El año empezaba bien.

Me reconcilié con una vieja amiga y tuve otros problemas que, aun que no se notaba, estaban ahí. La gente habla demasiado. Pasé miedo por como me comportaba con ciertas personas y que malinterpretasen lo que hacía, hasta el punto de no hacer casi nada para evitar confusiones, lo que creó que alguna que otra se molestase por ello.

Y pasó el tiempo, y pasó el tiempo y me di cuenta de algo. Algo que había en mi y no había visto. Algo que dura hasta hoy, que ahora veo y no hago nada. ¿por qué? Porque no puedo. Ese algo que poco a poco fui dejando de lado por la imposibilidad de alcanzarlo. Y así seguí avanzando en el año.

Poco después, me di cuenta de que ese algo no me lo podía quitar de la cabeza, y empezó mi manía de escribir textos inconcretos sobre ese tema.

Tiempo después, aquella amiga con la que me reconcilié al principio de año decidió desaparecer de nuevo. Pero, sin embargo, decidí no ir a buscarla hasta el día de hoy, que no sé nada de ella. Creo que no me conviene su amistad y a ella no le conviene la mía. Y si llegaba a mediados de año perdiendo a una amiga, poco después perdí a otra. Ambas sin saber el motivo. Pero tengo como norma no ir detrás de quien no quiere tenerme a su lado. Así que, las dejé marcharse y que viviesen su vida. Yo viviría la mía.

Y así avanzando el año, perdiendo amigas, dándome cuenta de que ese “algo” estaba fuera de mi alcance cada vez más y que cada vez más tenía deseos de alcanzarlo... Con este panorama y pensando que nada podría ir peor... Se me rompe la cámara de fotos...

Otro de mis logros del 2010 fue ganar el primer premio en un concurso de camisetas y comprar una cámara nueva con los 200 euros que me tocaron. También conocí a una persona nueva. El año parecía que estaba mejorando. Sin embargo me equivocaba. Simplemente me estaba dando una tregua.

A medida que iba avanzando el año también iba avanzando el sonido de las palabras de la gente en mi contra. Hasta el punto de querer pasar de todo. Extrañamente mi reacción, para mi sorpresa, fue diferente. Sí, pasé de todo, pero no de la forma que esperaba. En vez de alejarme del mundo y de las personas, me metí más en el mundo y me acerqué más a las personas, pasaba de aquellas que hablaban y me acerqué a las que escuchaban. Mi meta de cambiar la preocupación de lo que la gente piensa de mi la había alcanzado. Otro logro más al saco.

Y aun así, las palabras no se callaban, no se callaban, y por más que tapase los oídos, las escuchaba. Y entre palabras y palabras e imposibles, llegué a los 25 años, y en dirección a los 25 me encontré con el concierto de MUSE. No estaba en mis planes del 2010, pero oye, vámonos allá!

Fue entonces cuando decidí empezar a arriesgar. Tenía la intención, y las ganas, pero no la fuerza, y me quedé a mitad de camino. Me di cuenta de que mi vida iba cuesta abajo. De que no estaba consiguiendo nada, que estaba perdiendo y no hacía nada por evitarlo. Así que decidí que lo mejor era hacer cosas buenas por la gente, ser mejor persona y estar cuando me necesiten, sin pensar en si recibiré algo a cambio o no. No quería problemas con nadie, así que decidí que debía deshacerme de los problemas que tenía con las personas que los tenía. Y eso hice, volviendo a recuperar una amistad.

También me di cuenta de que muchos de los que decían ser mis amigos no lo eran tanto, pero ese es otro tema.

Y ahora, acabó el año y sigo igual. Sigo siendo inseguro, planeando todo, sigo sin ser impulsivo, y sigo, como no, yendo detrás de imposibles aun sabiendo que lo son al 100%.

Empiezo el 2011 pensando en qué va a ser diferente este año del anterior. Si conseguiré cambiar, mejorar, y si, de alguna manera milagrosa, conseguiré lo que quiero.

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